Mirarte en silencio es lo más parecido a rezarle a tu imagen
porque Dios se me escapa y se me hace pequeño.
pero mi mundo y mi gente
sabemos
que se me hizo pequeño, muy pequeño,
y que lo convertí en algo
impreciso y distante
cuando sucedió lo que ya no
tiene remedio.
Se ve que tocaba jugar aquella
terrible baza
y yo sé bien quién perdió
(y
quien quedó prisionero en las tablas).
Por eso me vuelvo hacia ti
porque no tengo que hablarte
de usted,
ni escribirte con mayúsculas
y además tienes piel,
una piel en la que caben cada
uno de mis besos.
Y me he vuelto a ti para
mirarte lentamente
por si me fuera otorgado el olvido
por si pudiera quedarme en
ti para encenderte
desde mis palabras,
para mecerte entre mis versos
y pensar que así me escapo
del crujido de esta herida
del crujido de esta herida
que me vive a carne abierta
y es tan grande y tan callada
como la luz del sol sobre la playa.
como la luz del sol sobre la playa.
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