Imagen tomada de Internet |
Si fuera un juez te condenaría a amarme por siempre
y para siempre
aunque no comprendieras el porqué tozuda me quedo largo rato encerrada en mis
silencios
con la mirada perdida en ese punto que pareció
estancarse en el lugar más inapropiado…
ya ves que tengo ese defecto de meter la pata
cuando nadie se lo espera.
Pero a ti, a ti, te daría la risa.
Una risa tonta para dibujar las alas con las que
borrar mis agobios y complejos.
Una risa contagiosa que jugara divertida a
devolvernos la inocencia.
Te condenaría aunque no supieras ver lo que me mueve
a los suspiros o a las muecas,
aunque no entendieras lo que me sorprende
o lo que en las noches me duele tanto
que me hace aferrarme a tu silueta,
mientras las lágrimas se desatan en una almohada
triste
y corren como corre el agua de la lluvia por una
ventana abierta.
Si fuera un juez, no dudes que lo haría.
Así, sin necesidad de ponerte ni grilletes, ni
rejas, ni cadenas,
te condenaría a mirarme enamorado
con la ilusión puesta en tu semblante nada más que
por ser mi hombre
ese que sabe tratarme sin insultos o desdenes
y te condenaría al susurro, al baile, al amor
salvaje
y a escribir mi nombre, tan solo el mío,
en la sombra inmensa que no ha visto nadie.
No lo dudes, si yo fuera juez, te condenaría a
amarme.
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