Te amo desde el sopor
hiriente de la incertidumbre,
con ese amor que sabe a poco
aunque termine mareándome
porque me hace ver el abismo
de la soledad humana.
con la pasión anudada en el
mismo centro de sus raíces.
Es media noche.
La noche lejana y esbozada
en un suspiro.
La noche que me detiene en
la confusión de los tiempos
porque ya no sé si es, fue o
será, o tan sólo quiso ser
una verdad o lo que arrastra
el corazón
y lo convierte en la
penumbra delicada de algún sueño.
Pero la noche es tuya como
yo
que sin haber querido ser de
ti,
que más allá de tanta duda,
te pertenezco.
Y aunque ya conocía este
dolor de tus laderas,
volví a intentarlo: caminé
hacia ti desnuda, descalza,
como queriendo convertirme
en la voz de tu impaciencia
sabiendo que estabas lejano,
solitario, ausente,
y que tan solo eras un
espejismo que se deslizaba como el agua
en la punta de mis dedos.
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