Lo
pronuncio despacio,
saboreando
de una forma cercana a la perversión,
la
piel de sus fonemas
y me
entrego a ese sonido embelesada,
con
tanto deleite,
que
podría decir que soy presa de la lujuria
habitada
en los sonidos de tu nombre.
Cuando
me doy cuenta de lo que estoy haciendo,
me
invade una especie de vergüenza
que no
llego a comprender,
pero
que me hace estremecer y me sonroja,
aunque
no me importa demasiado
porque
enseguida me vuelvo a recrear en la misma partitura,
repitiendo
una y otra vez las mismas notas.
Es que
tú aún no lo sabes,
pero
si supieras cuánto amor cabe en los sonidos,
en los
sonidos de tu nombre,
volverías
a mí como aquel niño
a entregarme
la ilusión de tus abrazos.
Tu
nombre, como un afán enmarañado
que
tuviera que extender hasta desgastarlo
sin
salir entre mis labios.
Y lo
retengo en mi ser
como
se retiene el aire en los pulmones
como
se retienen en el cielo las estrellas
y, entonces,
como si de un prodigio se tratara,
mis
manos se cubren del calor que hay en tus manos
y el
color de tus pupilas desborda mi horizonte.
y todo
se llena de ti,
ya
ves, tan sólo con tu nombre.
Ay, si
tú supieras...
si
supieras todo lo que encierra pronunciar tu nombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario